Delfines, caballos, perros, conejos o pájaros son
algunos de los animales que sirven para mejorar la capacidad física y psíquica
de las personas con discapacidad. Quince Días ha entrevistado a varias
asociaciones que utilizan con ellos terapias complementarias a las
tradicionales, y los resultados son muy alentadores
DELFINES SABIOS Y PACIENTES
Más de veinticinco años trabajando con delfines y
diez al frente de un delfinario, han permitido que el director técnico del
Delfinario Aqualand Costa Adeje, en Tenerife, José Luis Barbero Hernández, haya
visto tratarse a centenares de personas con trastornos psíquicos, físicos o
sensoriales con estos animales.
“Comenzamos en 1993 en Playa de San Juan,
Alicante, en colaboración con la Asociación Orobal de Padres de Disminuidos
Físicos y Psíquicos. La iniciativa en aquel momento fue pionera en España y
Europa, y consiguió crear una interacción real entre delfines y personas con
discapacidad, explica José Luis.
POR EL BIEN DEL HOMBRE… Y DEL DELFIN
Unos animales cuidados y respetados en
instalaciones dignas, siguiendo la normativa internacional, son la base para
que los expertos cuidadores y entrenadores puedan preparar a los delfines para
su trabajo, aunque de nada serviría si estos animales, que funcionan en grupo,
no hubieran admitido el proceso que les lleva a relacionarse con personas
discapacitadas.
“Tuvimos suerte, dos hembras nos abrieron el
camino al resto del grupo. Ahora trabajamos con confianza para cumplir nuestro
objetivo: conseguir un ambiente lúdico-terapéutico en el que el paciente pueda
adquirir o mejorar aquellas habilidades básicas de las que carece, siempre
tomando como instrumento de seducción el agua y los delfines”, afirma José
Luis.
De esta forma, el agua relaja, estimula el riego
sanguíneo, favorece la tonalidad muscular y facilita los movimientos de las
extremidades. Los delfines aportan los estímulos emocionales: su sociabilidad y
disponibilidad para la ejecución de comportamientos (ejercicios), ayudan a
ejecutar el programa terapéutico establecido para cada persona de una manera
individualizada.
“Por regla general, reforzamos las áreas de la
persona según su diagnóstico. Con alguien que padece un Trastorno Generalizado
del Desarrollo, tratamos de favorecer la intención comunicativa, estimular el
lenguaje verbal, la atención, la memoria, la capacidad cognitiva, la
interacción social… Con otra persona con parálisis cerebral, trataremos de
aumentar la flotabilidad, estimular la circulación sanguínea, la relajación,
reforzar los movimientos armónicos y coordinados en el agua, trabajar los
conceptos corporales y espaciales, estimular la capacidad auditiva…
“Lo que está claro es que “no hacemos milagros”,
trabajamos con los delfines para conseguir un entorno favorable y afectivo,
pero existen muchas creencias erróneas sobre estos animales que deberían tener
claras los padres cuando traen a sus hijos. Si esto queda claro, podrán
disfrutar de los avances que consigan, que son muchos”, concluye José Luis.
COBAYAS CON INTUICIÓN
El Centro Ocupacional “Ntra. Sra. Del Lledó-
AFANIAS”, de Castellón, añade a su metodología de trabajo otro tipo de animales
para el apoyo a las terapias de personas adultas con discapacidad intelectual.
“Aunque todos los usuarios pueden acceder a esta actividad, los más
beneficiados son los que tienen menor nivel de autonomía, los más afectados por
su discapacidad”, asegura Maribel Piera, directora del centro.
Esta iniciativa, en marcha desde 2002, ha
utilizado ya perros, pájaros, un caballo y un conejo. “A Mortadelo, nuestro
conejo enano, los usuarios le alimentan y limpian, realizan juegos y fichas de
trabajo con él, aprenden a relajarse…”, afirma Maribel.
Todas estas actividades, que pueden parecer
rutinarias y que se pueden realizar con muy diversos animales, ayudan a
trabajar diferentes campos: psicológico, cognitivo, psicomotor, social, pre-
laboral…
“Muchas personas con discapacidad intelectual son
siempre receptoras de órdenes, pero con los animales se convierten en
protagonistas de su propia acción y de la del animal, son capaces de decirle a
alguien lo que tiene que hacer y de ser obedecidos. Esta novedad les ayuda especialmente”.
“También hemos observado que algunos usuarios han
perdido el miedo que le tenían a los animales y que se ha incrementado la
motivación para realizar la actividad exigida. Trabajamos todos y cada uno de
los aspectos de desarrollo de la persona, pero ponemos en primer lugar los
intereses y la motivación de la persona como punto de partida”, concluye
Maribel.
AL PASO DE LOS CABALLOS
Superar el temor y el aislamiento o mejorar la
confianza y la capacidad de concentración. Reducir tensiones o evitar inhibiciones
físicas o emocionales son algunos de los objetivos que persigue el proyecto que
Obra Social Caja Madrid desarolla junto con el Centro de Rehabilitación y
Terapia Ecuestre de la Asociación KOMA Joven para mejorar las condiciones de
personas con problemas físicos y psíquicos o sociales.
“La finalidad de este tratamiento no es
inicialmente aprender a montar a caballo, sino trabajar las áreas sensorial,
motriz, emocional y cognitiva para mejorar la adaptación social de los
pacientes”, explica Juan Pablo Cobos, coordinador de las terapias.
Los programas se desarrollan de forma
individualizada con un equipo multidisciplinar de profesionales formado por
fisioterapeutas, psicólogos y monitores de terapia ecuestre. Estos
profesionales dividen las terapias en: hipoterapia, equitación terapéutica o
equitación adaptada, y cada una de ellas se aplica en función de los problemas
a tratar.
“La hipoterapia se utiliza especialmente para los
problemas físicos. El movimiento del caballo ayuda a mejorar el equilibrio, el
tono muscular, la postura, el nivel psicomotor de la persona afectada. La
equitación terapéutica es la más utilizada para pacientes con problemas de tipo
social, psicológico, ya que contribuye a aumentar la confianza, la autoestima,
la atencion, y concentracion, motivación y la superación, y ayuda al paciente a
afrontar sus miedos. La equitación adaptada es ya para las personas que tienen
un cierto control y manejo del caballo”, explica Juan Pablo Cobos, coordinador
de las terapias.
Los resultados son palpables y positivos. “Mi
hija Raquel, con discapacidad psíquica, ha experimentado una gran mejoría desde
que recibe terapia con caballos. Es mucho más sociable y ha aprendido a
realizar esfuerzos de concentración, memoria y coordinación”, explica Rosario
Martín, madre de una de las niñas que se benefician del programa. Como Raquel,
muchos niños pasan por las instalaciones de esta asociación, donde cada día
queda demostrado que no sólo el perro es el mejor amigo del hombre.